Julieta Martínez-Cuero. Doctora en Estudios Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana. Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, Becaria del Instituto de Investigaciones Económicas.
Óscar Peláez Herreros. Doctor en Economía por la Universidad de Cantabria, España. Investigador titular de El Colegio de la Frontera Norte, sede Tijuana.
Jorge Alberto López Arévalo. Doctor en Economía por la Universidad de Santiago de Compostela, España. Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas.
En este texto se analiza el rezago de los pueblos indígenas de Chiapas considerando la brecha existente entre estos y los municipios no indígenas de la entidad. Para ello, se recurre a las categorías teóricas de dualismo y heterogeneidad estructural, revisando las raíces históricas del problema. Los resultados indican que el porcentaje de residentes indígenas se relaciona intensamente con los índices de marginación, rezago social y desarrollo humano y con los porcentajes de pobreza a nivel municipal. Asimismo, se encuentra que, en el periodo 1990-2010, las diferencias entre los municipios indígenas y no indígenas continuaron ampliándose, especialmente en aquellos aspectos más ligados a la acción del mercado: los salarios, en particular, y la obtención de ingresos, en general.
In this paper we analyze the backwardness of the indigenous of Chiapas considering the gap between them and non-indigenous municipalities in the state. For this, we use the theoretical categories of dualism and structural heterogeneity, reviewing the historical roots of the problem. The results show that the percentage of indigenous is strongly associated with poverty rates and with the indexes of marginalization, social backwardness and human development at municipal level. We also find that, in the period 1990-2010, the differences between indigenous and non-indigenous municipalities continued to widen, especially in those issues more related to market: wages, in particular, and income, in general.
Los datos más recientes muestran que, en 2013, la producción por habitante de Chiapas era 14% inferior a la de Oaxaca y no llegaba a representar más que 40% de la media nacional.
A ello se suman las marcadas disparidades de productividad existentes al interior del estado, que contribuyen a la generación de grandes desigualdades entre los residentes. El origen de estas diferencias internas hay que buscarlo en los procesos históricos que impusieron diversas formas de inserción de la población en el proceso de producción, conformando grupos con capacidades muy distintas de cara a su articulación con el sistema capitalista, y llevaron a la polarización de la economía chiapaneca. La apertura comercial de México, iniciada en la década de los ochenta y culminada con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), favoreció (o perjudicó) a los distintos grupos de población de manera desigual, acentuando el grado de heterogeneidad estructural en la zona. Como se muestra en este artículo, la condición étnica en una entidad como Chiapas es esencial para entender las diferencias en este contexto, ya que ha dado lugar a distintas formas y grados de participación en las dinámicas globales. Es importante mencionar que los pueblos indígenas de Chiapas no forman un grupo homogéneo. Entre ellos existen diferencias económicas, sociales y culturales. Sin embargo, comparten el rezago económico que los caracteriza frente al resto de la población.
El presente documento se orienta a evidenciar la existencia de un dualismo histórico e inducido en Chiapas, que se corresponde con la dicotomía indígena-no indígena, considerando que el atraso económico de los municipios indígenas es un problema multidimensional de profundas raíces históricas, en el que se conjugan factores económicos, sociales, políticos y culturales. Se argumenta que las economías indígenas no son unidades aisladas del sistema capitalista, sino que mantienen relaciones de subordinación con los municipios no indígenas, a nivel estatal, y con el resto de la economía nacional e internacional. La hipótesis de trabajo es que, con la inserción de la economía mexicana en la dinámica de la globalización neoliberal,
Para analizar esta cuestión, en primer lugar, se describen las categorías teóricas de dualismo y heterogeneidad estructural, así como los efectos que la globalización neoliberal ha tenido sobre las estructuras preexistentes en la entidad. Seguido a ello, se dan a conocer los datos y técnicas que se utilizan para verificar la hipótesis de trabajo, que consisten, fundamentalmente, en el análisis de la evolución de las variables componentes del índice de marginación y de los porcentajes de población en situación de pobreza a lo largo del periodo de 1990-2010. Posteriormente, se presentan los resultados obtenidos. El artículo finaliza con un apartado de reflexiones que retoma los conceptos teóricos de partida, a la luz de los resultados encontrados.
El atraso económico de los indígenas de México ha sido explicado desde diversas disciplinas y con distintos enfoques. En este caso, se recurre a la categoría teórica de dualismo estructural, concebido como un hecho histórico e inducido, para evidenciar la brecha de desigualdad entre los municipios indígenas y no indígenas de Chiapas. El reciente proceso de globalización habría actuado en el sentido de ahondar ciertas diferencias asociadas al dualismo preexistente.
La literatura económica acerca del dualismo abarca desde los modelos de crecimiento endógeno de Lewis, Kuznets, Lydall o Ranis y Schultz, hasta las concepciones teóricas alternativas de Furtado, Pinto, Benetti o Castaingts. La noción de dualismo, tal y como la presenta Lewis,
Entre las definiciones que acompañan la idea de Lewis
En atención a esta carencia, se apela a las ideas de Furtado
Esta idea de dualismo basada en elementos de coexistencia, interdependencia, relaciones recíprocas e interacción entre las partes, resulta sumamente fértil para el análisis que se pretende realizar. No obstante, obliga a remontarse hasta la época de la conquista y la colonia para un correcto entendimiento de la génesis de un dualismo inducido manifestado en el actual atraso económico de los pueblos indígenas de Chiapas ya que, como menciona Castaingts,
Con la llegada de los españoles a tierras chiapanecas, en 1528, el territorio se reorganizó fragmentando a la población nativa e incentivando la creación de una periferia funcional en beneficio de la clase dominante.
El cobro de una buena parte del tributo en dinero por la alcaldía mayor de Chiapas acentuó las relaciones de servidumbre de los indígenas a favor de empresas españolas. Rubio
La posterior independencia de México y la anexión de Chiapas al país no supusieron mayores cambios. En el plano económico, las relaciones de servidumbre continuaron y, mediante el “baldiaje”, los campesinos indígenas fueron sometidos y convertidos en peones acapillados o baldíos. La explotación de la población indígena se incrementó con el desarrollo de las fincas cafetaleras del Soconusco y la Lacandona. Los cafeticultores y madereros se aliaron con gente influyente de San Cristóbal de las Casas para que se comprometieran a enviar contingentes de trabajadores indígenas a las fincas a través del sistema de enganche. A finales del siglo xix, muchas haciendas de la región eran reservas de mano de obra indígena, destinadas a la exportación de trabajadores hacia la periferia del estado.
Durante el porfiriato, la concentración de tierras, favorecida por la acción de la Compañía de Tierras y Colonización de Chiapas, limitó cualquier posibilidad de desarrollo al interior de las comunidades indígenas al despojarlas de tierras comunales. Con el pretexto de reducir la propiedad particular de los terrenos baldíos, se autorizó la dotación de ejidos a los pueblos que carecían de tierras. Esta disposición de tierras “baldías” afectó de manera importante a los indígenas de Chiapas beneficiando enormemente a ciertos particulares. Entre 1875 y 1908, 27% de la superficie total del estado fue denunciada por compañías privadas. Casi dos millones de hectáreas de tierras supuestamente baldías fueron cedidas a compañías madereras, petroleras, caucheras y cafetaleras.
La revolución de 1910-1917, que implicó transformaciones importantes en el resto de México, tuvo escasa incidencia en Chiapas. La élite local, formada por finqueros y rancheros, no sólo frenó los intentos de revolución, además impulsó movimientos contrarrevolucionarios. Ante cualquier conato de reparto de tierras, los finqueros se levantaban en armas junto con sus peones. Debido a ello, el ideal de la revolución mexicana no llegó a la entidad hasta el cardenismo. Guiteras
Como expresa Villafuerte,
En este trabajo se argumenta la existencia de un dualismo inducido en Chiapas con profundas raíces históricas, definido a través de la coexistencia de distintos modos de producción (heterogeneidad estructural), clasificados a
La persistencia de estos viejos problemas asociados a la posesión y acceso a las fuerzas productivas en detrimento de la población indígena se hizo evidente en la coyuntura política de 1994, cuando el dualismo estructural de la entidad se acentuó por la forma de inserción de la economía mexicana a la dinámica de los mercados mundiales. La apertura comercial, específicamente la incorporación de México al TLCAN, y el involucramiento en el proceso de globalización por la vía neoliberal depararon efectos desiguales entre regiones del país y al interior de las propias regiones. Las entidades de la frontera norte aprovecharon mejor las oportunidades surgidas en el nuevo contexto. Su proximidad geográfica con el mercado de Estados Unidos, la capacidad adquirida para producir manufacturas y la disponibilidad de un sector agropecuario de alta productividad, fueron claves para ello. El sur del país, ubicado lejos de los nuevos mercados, mal comunicado, con una mano de obra menos cualificada, una industria manufacturera artesanal sin peso en la economía, un sector agrícola de bajísima productividad y acceso mínimo a los flujos de capital, no resultó atractivo para las dinámicas globales.
De esta manera, las nuevas lógicas de reproducción del valor y de reproducción social han reintegrado a los indígenas en los mercados de acumulación bajo la forma de mercancía, fuerza de trabajo, que reditúa beneficios tanto a las economías de destino como a las locales por medio de las remesas familiares.
Con el fin de verificar si en las décadas más recientes se han acentuado ciertas diferencias estructurales entre las áreas más y menos rezagadas de Chiapas, así como la coincidencia de estas zonas con las habitadas por población indígena; en primer lugar, se comprueba la dirección y la intensidad de la relación que mantienen distintos indicadores de bienestar con los porcentajes de población indígena. Este análisis se realiza a nivel municipal para los años 1990, 2000 y 2010.
Como indicador de la proporción de indígenas residentes en cada municipio se utiliza el porcentaje de población que habla alguna lengua indígena. Al respecto de esta variable, CDI-PNUD
Los indicadores de bienestar a los que se recurre son: el índice de marginación (IM), disponible para los años 1990, 2000 y 2010;
Una vez comprobada la relación entre la condición indígena de los residentes y la pobreza, el menor desarrollo, la marginación, etc., así como la persistencia de estas relaciones a lo largo del tiempo, se analiza la distribución por municipios y la localización espacial de aquellos que presentan mayores y menores porcentajes de indígenas. Como se verá, existe una dicotomía muy marcada a este respecto, que da lugar a una concentración de municipios con altos porcentajes de residentes indígenas en regiones muy específicas del territorio chiapaneco.
Finalmente, se indaga qué variables específicas definen la estructura dual que se ha descrito, que cabe esperar se haya profundizado en las últimas décadas y que opera con fuerza a través de la pertenencia étnica. Para ello, se presta atención a los indicadores que contienen información para el periodo temporal más amplio, desde 1990 a 2010, que son: el IM y los porcentajes de población en pobreza alimentaria, de capacidades y de patrimonio. El porcentaje de pobreza alimentaria, por ejemplo, muestra la proporción de residentes que no pueden adquirir la canasta básica alimentaria, aun si hicieran uso de todo el ingreso disponible en su hogar en comprar sólo los bienes de dicha canasta. Para medir la pobreza de capacidades y de patrimonio se añaden más elementos a esa canasta (salud, vestido, vivienda,…) pero, en esencia, se trata de indicadores del ingreso de las familias. Por otra parte, el IM se compone de cuatro dimensiones y nueve variables: educación (descrita por dos variables), vivienda (cinco variables), distribución de la población (una variable) e ingresos monetarios (una variable). Esta última dimensión, medida a través del porcentaje de población ocupada con ingresos de hasta dos salarios mínimos, debería presentar un comportamiento semejante al de los porcentajes de pobreza, ya que también expresa capacidad de ingreso, aunque sólo sea a través del factor trabajo. Además, es la dimensión que mantiene un vínculo más estrecho con las dinámicas de mercado, por lo que podría mostrar tendencias diferentes y arrojar luz sobre la hipótesis de trabajo.
Para facilitar la comparación de los niveles y evoluciones de las distintas carencias, los municipios se agrupan en tres estratos (a, b y c) en función del porcentaje de indígenas residentes. El hecho de que los municipios de Chiapas se caractericen por tener porcentajes muy altos o muy bajos de indígenas ayuda a definir estos estratos. Hay pocos casos con porcentajes similares de uno y otro grupo. Incluso en estos últimos municipios, la heterogeneidad y mezcla no es más que aparente, resultando de la agregación de localidades o barrios marcadamente indígenas con otros no indígenas. De esta manera, se definen los tres conjuntos siguientes: a) de “municipios no indígenas”, formado por los 60 municipios que en 2010 contaban con menos de 10% de población que decía hablar lengua indígena; b) integrado por 37 municipios que en 2010 tenían entre 10 y 90% de hablantes de lengua indígena; y c) de “municipios indígenas”, con más de 90% de población hablante de lengua indígena (21 municipios). Cabe destacar que estos grupos, establecidos a partir de los datos de 2010, se corresponden casi perfectamente con los que se pueden obtener para 1990 y 2000 siguiendo el mismo criterio.
Los porcentajes de pobreza y las nueve variables que integran el IM se recalculan para los tres conjuntos de municipios. Esta información permite comparar las carencias entre grupos. A partir de lo argumentado, cabe esperar que los rezagos sean mayores en el grupo c) y menores en el a). Los valores correspondientes al grupo b) deberían situarse entre los de c) y los de a). Además, facilita el análisis de la evolución de las carencias a lo largo del tiempo, que, según la hipótesis de trabajo, deberían reducirse más en el grupo a) que en el c), especialmente en aquellas variables más ligadas a las dinámicas del mercado. Con el fin de estudiar estas evoluciones temporales se recurre al concepto de variación relativa o tasa de variación:
que arroja resultados adimensionales, a los que no se asocian unidades de medida, siendo esto lo que hace posible la comparación de sus valores.
Los comentarios de estos resultados se complementan con información recabada en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas acerca de la actividad laboral que desempeñan los indígenas residentes, así como los que se desplazan desde los municipios cercanos hasta este núcleo urbano, que funge como cabecera de la región Altos.
Los datos del
Fuente: elaboración propia a partir de las fuentes de datos señaladas
en las notas a pie de página. 29 a 33.
1990
2000
2010
Índice de marginación
0.737
0.716
0.715
Índice de rezago social
---
0.749
0.809
Índice de desarrollo humano
---
-0.812
-0.755
Pobreza alimentaria
0.654
0.617
0.734
Pobreza de capacidades
0.642
0.602
0.705
Pobreza de patrimonio
0.607
0.569
0.617
Pobreza multidimencional
---
---
0.622
Al menos en el caso de los municipios de Chiapas, la pertenencia étnica se revela como un factor clave en la determinación de las condiciones de vida. El dualismo comentado encuentra un paralelismo claro en la dicotomía indígena-no indígena. El caso es que la diferenciación étnica por áreas geográficas es muy marcada en el estado. Como se observa en la
Al prestar atención a los niveles y a la evolución de las variables componentes del IM (
Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes de datos señaladas en la nota a pie de
página número 31.
Componentes del IM
Grupo
1990
2000
2010
Variación relativa
% de población de 15 años o más analfabeta
a)
21.74
16.77
12.99
-40.25
b)
39.19
29.64
22.75
-41.95
c)
56.29
45.58
33.72
-40.10
% de población de 15 años o más sin primaria completa
a)
55.40
44.22
32.11
-42.05
b)
71.64
58.80
42.95
-40.05
c)
79.58
68.42
51.23
-35.63
% ocupantes en viviendas sin drenaje ni excusado
a)
33.33
14.06
3.39
-89.82
b)
46.74
22.64
6.24
-86.66
c)
78.14
40.61
10.23
-86.91
% ocupantes en viviendas sin energía eléctrica
a)
23.34
8.33
2.13
-90.85
b)
47.10
15.81
5.71
-87.87
c)
65.35
23.79
7.63
-88.32
% ocupantes en viviendas sin agua entubada
a)
40.13
26.36
24.29
-39.47
b)
41.58
18.18
15.55
-62.60
c)
52.57
32.42
27.99
-46.76
% viviendas con algún nivel de hacinamiento
a)
71.03
61.00
48.33
-31.96
b)
77.06
70.01
60.14
-21.96
c)
83.78
78.50
71.95
-14.12
% ocupantes en viviendas con piso de tierra
a)
37.70
28.39
12.36
-67.21
b)
63.13
52.52
18.07
-71.38
c)
88.70
82.01
25.48
-71.28
% población en localidades con menos de 5,000 habitantes
a)
56.18%
50.40
47.03
-16.29
b)
75.58%
69.62
65.19
-13.74
c)
97.60%
95.48
90.73
-7.04
% población ocupada con ingreso de hasta dos salarios mínimos
a)
76.34%
70.93
62.56
-18.04
b)
83.75%
81.90
77.98
-6.89
c)
91.71%
90.26
92.56
0.93
La variable más ligada a las dinámicas del mercado, que refleja la capacidad de obtener ingresos mediante el factor productivo más abundante en esta población, lejos de mejorar, sufrió un deterioro, ampliando la brecha existente en las condiciones de vida de los municipios indígenas y no indígenas de Chiapas. En 2010, 92.56% de los ocupados residentes en municipios indígenas tenía un ingreso que no superaba los dos salarios mínimos.
Esta evolución tiene reflejo en los porcentajes de pobreza (
Fuente: Elaboración propia a partir de la fuente de datos señalada en la nota a pie de
página número 32.
Variables
Grupo
1990
2000
2010
Variación relativa 1990-2010
% Población en pobreza alimentaria
a)
38.64
43.65
37.44
-3.10
b)
52.28
64.92
58.34
11.59
c)
66.58
78.94
77.79
16.83
% Población en pobreza de capacidades
a)
47.76
52.68
47.46
-0.63
b)
61.34
72.12
67.44
9.94
c)
74.54
84.78
85.11
14.17
% Población en pobreza de patrimonio
a)
69.51
73.15
70.97
2.11
b)
80.41
86.08
84.85
5.51
c)
89.18
94.41
95.79
7.41
Como se planteaba en la hipótesis de trabajo, en las últimas décadas, el dualismo estructural de la economía chiapaneca parece haberse acentuado, operando en detrimento de las poblaciones indígenas, especialmente en aquellas variables más ligadas al mercado, como son los salarios. Las otras componentes del IM siguen presentando brechas muy importantes, que en unos casos han tendido a cerrarse y en otros a ampliarse, aunque levemente. En el mejor de los casos, no parece que el proceso de globalización por la vía neoliberal haya reportado beneficios para estos enclaves precapitalistas, conectados de manera asimétrica con el resto de la economía estatal y nacional. Al contrario, la escasez de tierras, la caída de los precios del café, la crisis de producción de granos básicos, sumado a la guerra de baja intensidad y a los conflictos político-religiosos de las comunidades, han reducido las oportunidades de generación de ingreso. Como también señalan Martínez y Peláez
En este escenario, la estrategia de sobrevivencia de estas poblaciones se ha basado en la emigración. En los últimos años, un importante número de indígenas se ha desplazado desde las áreas rurales hacia las ciudades del estado. En los municipios de origen, el empleo se concentra en el sector primario y por encima de 80% de los ocupados tiene ingresos inferiores a dos salarios mínimos (
Fuente: Elaboración propia con datos del
Municipio
Porcentaje de población ocupada que trabaja en cada sector de actividad económica
Primario
Secundario
Comercio
Servicios
El Bosque
86.85
4.42
2.44%
5.81
Chalchihuitán
94.22
1.35
0.54
1.84
Chamula
63.48
18.71
11.39
6.04
Chanal
94.78
1.59
0.44
2.74
Chenalhó
80.52
11.80
2.31
4.79
Chilón
85.50
3.50
2.50
7.67
Huixtán
84.72
7.62
1.49
4.67
Larráinzar
75.46
16.63
2.05
4.97
Mitontic
80.54
9.38
4.37
4.31
Ocotepec
75.37
8.84
3.85
11.00
Oxchuc
90.20
1.74
0.87
6.93
Pantelhó
81.71
6.75
4.87
6.21
Sitalá
87.55
3.43
2.81
4.87
Tapalapa
67.14
8.66
5.63
15.80
Tenejapa
88.02
3.94
2.18
5.11
Tila
82.48
4.71
4.23
8.58
Tumbalá
86.00
2.24
2.68
8.39
Zinacantán
65.52
12.62
15.71
5.73
San Juan Cancuc
96.45
1.30
0.60
1.51
Aldama
92.43
3.46
0.93
2.34
San Andrés Duraznal
85.90
5.81
3.08
4.41
Santiago el Pinar
93.63
3.11
0.44
2.37
San Cristóbal de las Casas
11.11
19.02
19.71
49.21
Tuxtla Gutiérrez
1.50
17.16
22.85
57.51
Chiapas
42.76
13.51
13.86
29.04
No obstante, su llegada a los núcleos urbanos y la consecuente sustitución de las actividades agrícolas por las relacionadas con el sector terciario, destacando el comercio, tampoco ha supuesto una mejora significativa de sus condiciones de vida. Su situación específica en los municipios de destino, donde son minoría, no es la que indican las cifras promedio, en las que aparecen mezclados con el resto de la población. Estrada ya encontraba que los indígenas residentes en la ciudad de San Cristóbal de las Casas se ocupaban, principalmente, en las actividades de servicio doméstico, construcción (como albañiles), turismo, comercio y transportes.
Se ha podido comprobar que en la actualidad, el trabajo doméstico en la ciudad está saturado. No obstante, sigue representando la principal puerta de entrada de las mujeres indígenas al trabajo urbano. Los empleos pueden ser permanentes (de planta), por jornada (de entrada por salida), o por actividad: lavando y planchando. Las jornadas laborales son de más de ocho horas, sin contrato, sin seguro social, sin día de descanso pagado, sin vacaciones y con un salario inferior al mínimo.
Para los varones indígenas, la construcción es la fuente de empleo más importante, desempeñándose básicamente como albañiles y peones. Sus empleos son temporales, de uno a seis meses de duración según el contrato acordado y el tipo de obra a realizar. Otras actividades relevantes, guardan relación con el turismo, donde los indígenas son un gancho para los visitantes europeos y estadounidenses, al tiempo que representan un insumo barato para las empresas dedicadas a esta actividad, que los integran como meseros, mozos, bodegueros, empleados de mostrador, jardineros, sirvientes, cocineros, cargadores o elementos de escaparate. Las condiciones laborales en que se desempeñan son precarias. Se les contrata de palabra, sin contrato que proteja sus Kderechos, siendo los patrones los que deciden la temporalidad y duración de las jornadas laborales.
El comercio informal, en un lugar establecido, por parte de los indígenas es resultado de la apropiación de espacios económicos por líderes indígenas. En las plazas y mercados establecidos se comercializa todo tipo de bienes, incluyendo artesanías. Actualmente existen organizaciones sociales que controlan el acceso a estos mercados, beneficiando a un número reducido de indígenas migrantes, pero excluyendo a un porcentaje importante de la población de comercializar sus productos en estos lugares. A estos obstáculos se suma el intermediarismo, debido a la creación de cooperativas de transporte que comunican los parajes indígenas con las cabeceras municipales y con el centro rector de la región.
En cualquiera de los casos, el reducido dinamismo de las ciudades de Chiapas se ha constituido en el principal factor limitativo de la estrategia de migración rural-urbana. Los núcleos urbanos han sido incapaces de generar los suficientes empleos de calidad como para absorber a la población excedente de las áreas rurales. Esto ha obligado a los indígenas, pero también a los no indígenas, a buscar alternativas lejos de la entidad, ya sea en la construcción o en el sector servicios de la Riviera Maya, en la maquila de la Frontera Norte, en el Distrito Federal o, superando la frontera nacional, en los Estados Unidos de América, como detallan algunas investigaciones.
Como se ha mostrado, Chiapas es un estado altamente heterogéneo, con un modelo económico dual en el que la exclusión social está asociada al territorio y a la condición étnica. El atraso económico de los pueblos indígenas es un problema multidimensional con profundas raíces históricas, que se ha agravado en las últimas décadas. Se habla de la existencia de un dualismo estructural inducido a partir de hechos históricos que explican la escasa dotación y desarrollo de las fuerzas productivas de las economías indígenas. La brecha entre los municipios indígenas y no indígenas de la entidad, lejos de cerrarse, ha continuado creciendo a partir de la inserción de la economía mexicana a la dinámica de la economía mundial, especialmente en aquellos aspectos más ligados a la acción del mercado: los salarios, en particular, y la generación de ingresos, en general.
La concentración de indígenas en el sector informal evidencia las contradicciones del modelo de articulación y la incapacidad de la economía rectora para dar empleo a los excedentes de mano de obra rural. Retomando las ideas del dualismo clásico de Lewis (1954), el polo dinámico debería absorber el exceso de mano de obra del polo atrasado. Sin embargo, en el actual contexto de globalización neoliberal, la periferia no sólo carece de ciudades dinámicas sino que, además, soporta un crecimiento de la población explosivo debido a que su transición demográfica no se ha dado de forma endógena, a diferencia de lo ocurrido en los países pioneros en la industrialización.
En el actual esquema global, la inserción en mercados laborales dinámicos, del centro del sistema o de los enclaves en la periferia, requiere migraciones de más larga distancia, siendo esta estrategia de sobrevivencia la que se ha acabado imponiendo en los años más recientes ante el deterioro de los mercados locales y la limitada capacidad de las políticas públicas para mejorar las condiciones y combatir los rezagos heredados. Las implicaciones de estos cambios en los patrones de reproducción social de las poblaciones indígenas están por ver, pero sin duda, resultarán importantes ya que suponen alteraciones fundamentales en comunidades para las cuales “la tierra y el territorio son más que trabajo y alimento: son también cultura, comunidad, historia, ancestros, sueños, futuro, vida y madre”, como menciona Aubry.
Con los datos de producto interno bruto (PIB) por entidad federativa, publicados por el INEGI, y las cifras de población del Consejo Nacional de Población (CONAPO), se calcula que el PIB
PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
CONEVAL Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, “Resultados de pobreza en México 2012 a nivel nacional y por entidades federativas”, disponible en:
Sergio de la Vega, Raúl Romo y Ana L. González,
CONEVAL, “Índice de rezago social; resultados 2010; Excel para estados y municipios 2000-2005-2010, y programa de cálculo”, disponible en:
La globalización neoliberal es entendida como la aplicación generalizada, a escala planetaria, de políticas neoliberales (entre las que destacan, por ejemplo, la promoción del libre comercio o la reducción del gasto público y de la intervención del Estado) en un marco de creciente comunicación e interdependencia de los distintos mercados, sociedades y culturas del mundo.
W. Arthur Lewis, “Economic development with unlimited supplies of labour”,
Lewis, “Economic development”.
Simon Kuznets, “Economic growth and income inequality”,
Harold Lydall,
Gustav Ranis y Paul Schultz,
Celso Furtado,
Aníbal Pinto,
Carlo Benetti,
Juan Castaingts,
Andrés Aubry,
Antonio García de León,
Juan Pablo Viqueira, “Tributo y sociedad en Chiapas (1680-1721)”,
Manuel Rubio,
García de León,
Calixta Guiteras,
Daniel Villafuerte
Robert Wasserstrom, “La tierra y el trabajo agrícola en la Chiapas central: un análisis regional”,
Óscar Peláez, Jorge López y Bruno Sovilla, “Causas del crecimiento económico desigual de las fronteras norte y sur de México en la era del TLCAN”,
Según datos de los
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Kristen Appendini y Gabriela Torres, eds.
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En el grupo con más de 90% de hablantes de lengua indígena no hay ninguna variación. En los otros dos grupos se registran algunos cambios. En el año 2000, Copainalá, Chicoasén y Tapilula presentan más de 10% de indígenas, mientras que en 2010 su porcentaje es inferior. En 1990, son Chicoasén, Las Rosas, Copainalá, Tapilula, El Porvenir y La Trinitaria los que superan 10%, al tiempo que Osumacinta y Acala caen por debajo de esta cota, al contrario de lo que ocurre en 2010. En cualquiera de los casos, los porcentajes que llevan al cambio de grupo son mínimos.
En el municipio de San Cristóbal de las Casas, el porcentaje de indígenas residentes se ha elevado desde 33.05% en 1990 hasta 36.66% en 2010. En Tuxtla Gutiérrez, su presencia y su incremento han sido menores: 1.93% en 1990 y 2.17% en 2010.
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